En los primeros años, la higiene de niñas y niños se centra en el cambio de pañales, el baño, el
cuidado de uñas y cabello, la higiene bucal y la vestimenta. Aunque muchos de estos cuidados se
dan en la casa, en ocasiones son las estancias infantiles y las escuelas donde se refuerzan
hábitos, se establecen horarios y rutinas, se detectan problemas y se sugieren alternativas.
Las recomendaciones que se hagan a las mamás y papás deben partir del respeto y la consideración para evitar herir susceptibilidades y en un lenguaje asertivo. Entre las más comunes se encuentran: Pedir que les cambien la ropa a diario. Destinar ropa especial para dormir. Limpiar o lustrar el calzado de las niñas y niños con regularidad. Recortar y limpiar debajo de las uñas constantemente. Lavarles y revisarles de manera frecuente el pelo. Limpiarles el cuerpo con ayuda de una toalla húmeda con agua. Cepillarles los dientes y enseñarles la manera adecuada de hacerlo. Limpiarles la nariz. Inculcarles a taparse la boca cuando estornudan o bostezan, no hablar con la boca llena y no tomar la comida con las manos sucias. Lavarles frecuentemente las manos. Pedirles que ayuden a ordenar su cuarto a partir de los 2 años.
Es durante los periodos de sueño que el cerebro de niñas y niños madura. Es por esto que el
papel de educadoras y educadores es promover buenos hábitos de sueño cuando están en su horario
de la escuela. Para ello hay que destinar un espacio específico para la siesta dentro del aula.
Procurar que la actividad previa a la siesta no sea tan dinámica y espante su sueño.
Condicionar una hora específica para la hora de la siesta en el aula de clases es fundamental.
Crear en todo el grupo un ritual de sueño, en donde se debe pedir que se quiten los zapatos, los
pongan en determinada área, tomen su almohada o manta y se acomoden en determinada posición para
comenzar a dormir como si se tratara de una tarea más del aula de clases. La música es una
herramienta muy útil para relajar y mandar la señal de que es momento de dormir.
Maestras y maestros pueden promover la higiene al organizar a niñas y niños para que mantengan
en orden su área de trabajo, limpien el espacio donde realizan sus actividades, coloquen la
basura en su lugar, pedirles que se laven las manos antes de comer y después de ir al baño y
comer ordenadamente con trastes y cubiertos limpios.
Entre el mes y los tres meses de vida, las y los bebés duermen alrededor de 15 horas diarias.
Poco a poco van descendiendo hasta las 12 horas a los 3 años. Es común que duerman una siesta de
hasta una hora durante el día la cual les es muy necesaria por lo que se debe procurar
condiciones para que la tomen.
Entre los 5 y 6 años, el sueño debe ser de 10 horas en la noche y las siestas no son comunes. Es
muy importante que niñas y niños duerman las horas necesarias ya que de otra manera, la falta
de descanso afecta todo su desarrollo y desempeño.
Es común que niñas y niños comiencen a controlar los esfínteres primero de día y luego de noche,
por lo que no será raro que pueda haber “accidentes” al dormir. Por lo general, se controla
primero la orina y luego las heces. Las niñas suelen lograr el control en un tiempo menor que
los niños. El 90% de niñas y niños controlan esfínteres entre los 2 y 3 años sin necesidad de
ser enseñados, es un proceso de madurez neurológica y aprendizaje social. Los sucesos
emocionales significativos pueden producir retrocesos en el proceso.
El control de esfínteres es un paso muy importante en el desarrollo mental, emocional y social
de niñas y niños que implica un proceso con avances y posibles retrocesos.
Cuando una niña o niño muestran interés en ir al baño y dejar de usar pañal, se les puede llevar
al baño con frecuencia para hacer coincidir con la necesidad de orinar o evacuar. Es
recomendable poner adaptaciones o tener baños adecuados a su estatura. De la misma manera, es
necesario enseñar cómo llegar al baño y que no haya obstáculos en el camino.
Es necesario que las educadoras y educadores sean sensibles a las necesidades y desarrollo de
cada niña o niño. Ser afectuosos y reconocer sus logros.
Procurar que les pongan ropa fácil de quitar. Cambiarlos si se mojan sin amenazas ni castigos.
Por otro lado, no es útil ni necesario apresurar, cada
quien madura a su ritmo. No presionar ya que solo conducirá a frustración y dificultades.
Amenazar, gritar o castigar no logra el control de los esfínteres.
Ridiculizar en público o ante sus hermanos y compañeros que ya controlan sus esfínteres no ayuda
en el proceso.
Cuando la o el bebé no succiona bien al amamantar y no ensucia el pañal más de 3 veces en una
hora. Si su temperatura rectal es mayor a 37.8º C. Si no parpadea aunque haya luz muy brillante.
Si no responde a sonidos muy fuertes. Si muestra poco movimiento de piernas o brazos; si su
cuerpo está muy tieso o muy flojo; si ha perdido tono muscular. Si su mandíbula inferior tiembla
constantemente. Si tiene de 6 a 8 evacuaciones sueltas. Si no sonríe a la gente. Si no puede sostener
la cabeza a los 3 meses de edad. Si no sonríe en forma espontánea antes de los 5 meses. Si presenta
manchas o erupciones en la piel. Si sufre caídas, golpes y quemaduras, si se presentan cortes de
gravedad o convulsiones. Es importante tener en cuenta estas señales y comunicarlas a mamás y papás
para que acudan a un centro de salud de manera inmediata.
Antes de la dentición se recomienda limpiar las encías con una gasa o pañuelo húmedo. En cuanto
aparece el primer diente se debe comenzar con el lavado bucal inmediatamente después de cada
comida, cepillando en forma de barrido los dientes de arriba hacia abajo y los de abajo hacía
arriba, mientras que la cara masticatoria de los molares y premolares con movimientos
circulares.